A pesar de los grandes avances en igualdad de género en el mundo, las empresas con mayor presencia de mujeres que de hombres —tanto en la nómina como en las juntas directivas— siguen siendo una rareza.

De hecho, pese a que las mujeres trabajadoras representan el 40% de la fuerza laboral mundial, la Organización Mundial del Trabajo estima que cerca de la mitad del potencial productivo de las mujeres no se utiliza.

Pero un estudio de la Corporación Financiera Internacional (área del Banco Mundial que trabaja con el sector privado) revela que incorporar a más mujeres a las empresas ayudaría, sin duda, a proteger sus derechos, al tiempo que es buen negocio.

La investigación analiza diversas consideraciones en torno al trabajo de las mujeres e incluye sugerencias sobre cómo estimar los beneficios y cuáles serían los costos a considerar para una empresa que decida abrirle las puertas a la fuerza laboral femenina.

Además, presenta seis estudios de caso de empresas en distintas regiones del mundo que obtuvieron beneficios concretos al incluir a mujeres en su fuerza de trabajo e instaurar políticas favorables a la igualdad de género en las áreas de reclutamiento, gestión, en temas de sueldos o de políticas flexibles de maternidad, familia y salud. Estas empresas son:

Odebretch(Brasil): Esta constructora aumentó de forma considerable el número de potenciales candidatos para ocupar vacantes, desde los niveles más bajos hasta la directiva de la empresa, lo cual les permitió tener acceso al mejor talento disponible.

Anglo American (Chile): A pesar de los prejuicios de que sus empleos son considerados “para hombres”, con su decisión de contratar mujeres esta compañía minera mejoró la productividad y la innovación, fortaleció las dinámicas de equipo, y optimizó el proceso de toma de decisiones.

Continental (Tailandia): En este proveedor de partes automotrices, el 41% de los empleados son mujeres. En un lugar donde había pocos ingenieros y pocos empleados locales bien entrenados, lograron atraer y retener el tipo de trabajadores que necesitaban.

Finlays Horticulture (Kenia): En 2 años, la promoción interna de 69 mujeres le ahorró a esta empresa agrícola los 200.000 dólares que les hubiera costado contratar y entrenar nuevos empleados.

Mriya Agro Holding (Ucrania): En esta zona rural de Ucrania las mujeres viven hasta 10 años más que los hombres. Y además, muchos de los hombres emigran. Al contratar mujeres con buenas condiciones de trabajo, lograron retener más empleados y tener una buena relación con la comunidad – lo cual, a su vez, ha ayudado a atraer inversores.

Nalt Enterprise (Vietnam): En 2008, esta empresa de exportación de ropa construyó una guardería para los hijos de sus empleados, y desde entonces las tasas mensuales de rotación del personal han disminuido en promedio en una tercera parte. Esto significa una reducción de costos de casi 500 dólares por cada nuevo trabajador.

Barreras latinoamericanas

Desafortunadamente, este tipo de iniciativas no son frecuentes en América Latina, donde en algunos países las barreras para que las mujeres trabajen no son solo culturales sino, en muchos casos, legales y administrativas.

Elizaveta Perova, economista del Banco Mundial, señala que “la falta de políticas flexibles y adecuadas para familias, además de los papeles de género tradicionales que dan las responsabilidades de hogares a las mujeres, también impiden su acceso a un trabajo remunerado”.

Estas barreras tienen mucho peso, por ejemplo, en el hecho de que muchas mujeres decidan no optar por carreras más lucrativas como la ciencia, la tecnología, la ingeniería o las matemáticas. A esto se suman dificultades prácticas como la casi inexistencia de servicios de guardería baratos y de calidad para los hijos de madres trabajadoras.

A pesar de todo, el trabajo de las latinoamericanas fue fundamental en que la región lograra importantes éxitos en el combate a la pobreza extrema. Aproximadamente 30% de la reducción de la pobreza extrema entre 2000 y 2010 se atribuye al trabajo femenino, calculan los expertos.

Para combatir los estereotipos, los expertos recomiendan crear programas de desarrollo de habilidades no convencionales para mujeres, para promover su interés y sus oportunidades en ingeniería, mecánica u otros sectores tradicionalmente considerados “de hombres”.