Hay un mito que va y viene respecto a todas nosotras: la forma en la que nos arreglamos. Pero sobre todo: ¿para quién lo hacemos? La respuesta más lógica debería ser para nosotras mismas: arreglarnos para sentirnos bien, para tener ropa abrigada en invierno, fresca en verano, para sentirnos bellas frente al espejo y demás. Pero no todos los que nos rodean piensan así: hay quienes se visten solamente pensando en seducir hombres, o en llegar lindas al trabajo. Pero ¿qué hay de la competencia entre mujeres? ¿Es tan cierto que nos vestimos para estar más atractivas que las otras?

Una campaña publicitaria de una bebida refrescante acaba de dar otro puntapié a la eterna discusión. “Las mujeres no se visten para vos, se visten para otras mujeres”  reza al slogan, dirigido a la platea masculina. Mientras muchos asienten con la cabeza, otros y otras discuten si la realidad es tan así.

 

Vestirse para competir, para estar siempre perfectas y tener lo último de la moda, es un tema que siempre ha estado en el tapete. Si nos guiamos por esta premisa, asumimos también que las mujeres miramos constantemente y casi de manera inconsciente, qué tienen puesto las otras. Si es una prenda que nos gusta, la pregunta obligada es “¿Dónde la compraste?” seguida de un “¡qué linda te queda!” mientras por dentro pensamos ¡por qué no la habremos visto primero!

A todo esto, mientras los hombres piensan que nos vestimos para ellos, la gente piensa que nos vestimos para competir con otras mujeres, y nosotras pensamos que nos vestimos para nosotras mismas ¡qué confusión! ¿Qué opinás? El dicho de que las mujeres somos celosas y envidiosas entre nosotras, siempre ha existido, pero de ser un dicho (casi un mito) a una realidad, hay un gran paso, y está en nosotras asumirlo, o desmitificar.